Déjame entrar en tu jardín, que parece el más verde.
Déjame saltar el cercado y ver qué hay al otro lado.
Déjame sobrepasar lo prohibido y pisar donde no pisa nadie.
Déjame quitarme los zapatos y sentarme simplemente a tu lado, a mirar a la gente pasar.
Deja que nos anochezca ahí tirados, como de niños.
Déjame revolcarme en la hierba y sentir contigo la humedad del
rocío.
Déjame soñar en verde esta noche.
Déjame regar tus proyectos a la mañana y plantar las semillas de otros nuevos junto a ti.
Deja que tu corazón lo oiga, que tu cabeza lo crea, que tus pies confíen.
Déjame arrancarte las malas hierbas de la memoria y prometo dibujarte un camino de claveles.
Déjame tu jardín y será nuestro jardín.
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