miércoles, 10 de mayo de 2017

Solo la música

La música es orden para los invidentes, los no creyentes y los no querientes, aquellos que dan palos de ciego en el amor.

La música viste sus cuerpos desnudos, abraza sus frías costillas y les calienta las orejas como sopa en la garganta.

La música les regala el oído como ningún ser humano hace, con más efecto que una infantería de piropos italianos.

La música es esa medicina alternativa que actúa como cicatrizante de las heridas más profundas, cuando estas están a flor de piel y escuecen.

La música aplana las montañas, clarea el bosque, remienda los descosidos, tapa las fugas.

La música invita a toser todos los males y a respirar de nuevo.

La música consigue tratar a cada individuo como es, adaptarse a este como nunca haría otra persona, dejándole escoger hora, lugar, estilo, volumen, ritmo, duración; dándole la posibilidad de repetir todas las veces que sea necesario o de desaparecer para siempre y no volver a cruzarse en su vida. Sería la pareja perfecta en el siglo del egoísmo.

La música es un sastre insistente en tomarnos la medida que nos ofrece construir nuestro propio tema, que nos invita disfrutar hasta la última nota de nuestra canción. Al fin y al cabo, cada cual es dueño de su melodía y debería bailar como quisiera sobre su propio pentagrama.
La música no cuenta con unas reglas predefinidas. Solo conviene tener buen oído para saber escuchar lo que nos ofrece la vida.

En fin, la música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario