Tú buscando mi olor entre la
gente. Yo mordiéndote los labios con los ojos. Tu aliento pronunciando mi
nombre al oído. Mi lengua palpando con gusto tu cuello. Tu pelo rebelde impregnándose
de mi perfume. Mis manos peinando lentamente todos y cada uno de tus prejuicios.
Tus dedos dibujándome escalofríos desordenados en la espalda. Mis piernas adolescentes
probando el sabor de los nervios. Tus diestros labios escuchando la marcha agitada
de mi pecho. Mi nariz asomándose tímida a tu sexto sentido. Tu voz gritándome
en silencio palabras de menta. Nuestras ropas conquistando, triunfantes, el aire. Mi piel y
la tuya mirándose desnudas. Tu calor apagando mi frío. Mi calor apagando tu
frío. Nuestras cuerdas vocales rindiéndose al clímax en este concierto de
colchón a puerta cerrada. Es aquí en la
oscuridad donde resaltan todos y cada uno de los matices que suelen dormitar
escondidos. Es aquí donde los deseos latentes cobran vida y la música de los
cuerpos se convierte en todo un festival sensorial orquestado por un cúmulo de
casualidades encontradas y de anhelados sinsentidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario